<$BlogRSDUrl$>

martes, diciembre 09, 2003

Cómo me gusta hablar con él; inevitablemente cada vez que hablamos por teléfono terminamos hablando de lo que hacemos... en la cama. Y que mejor lugar para hablar por teléfono de eso que la cama misma. No puedo dejar de tentarme al escuchar su voz, y empiezo a hacer lo que él me dicta desde el otro lado. Me gusta que me mande, que me indique, que me provoque. Que meta los dedos despacio, que acaricie el clítoris...que meta algunos dedos de golpe...que me toque. Me toco. Recuerdo su sabor, sus dedos, me muevo como si mis dedos fueran los suyos... no puedo olvidarme que el otro día dice que metió toda la mano... yo sólo lo gocé, no podía ver. Me pide que le explique lo que siento. Le digo que lo quiero a él en ese mismo instante. Me pide que siga acariciando... que meta más dedos; a como puedo sin soltar el teléfono sigo sus órdenes. Me da placer sin tocarme, habiéndome tocado. Lo escucho jadear a él despacito... le pregunto a propósito qué pasa, me dice “dale”. Sigo jugando con mi clítoris hasta que empiezo a gritar...no, no puedo evitar gritar...Y él entonces sigue presionando indicando los lugares, recordándome lo que me hace.... Hasta que empiezo a dar órdenes yo. Que se toque, que presione la base del pene sin sacarlo. Que presione los costados.... que lo saque, que lo toque, que aprete la punta. Que se acuerde cuando yo soy la que está ahí abajo, con mi lengua, con mis manos. Que sienta cómo lo beso, cómo lo succiono. Mi teléfono empieza a hacer ruido: se está por acabar el crédito. Le digo que lo quiero antes que se corte, y me suplica que me siga tocando... y no puedo hacer más que obedecer...
Aunque a veces la distancia me hace extrañarlo demasiado, aún así, puedo disfrutarlo...

This page is powered by Blogger. Isn't yours?